Por: Hernán Baquero Bracho.
Estamos convencidos que la Guajira merece un hoy mas edificante y más decente. Por los importantes recursos naturales - carbón y sal, gas natural, energía eólica y tierras aptas para la actividad agropecuaria - que alberga en su seno. Por su ubicación geográfica y la incuestionable belleza de sus parajes: geología y geografía, raza y paisaje, son un patrimonio envidiable para el desarrollo de nuestra región. Es imperativo sumarle una sola fuerza de voluntad y acción colectiva que potencialice y vigorice dicho patrimonio, para seguir adelante. Si, adelante, con la mira puesta en un porvenir brillante, que irradie alegría, fe, entusiasmo y bienestar pleno a todos los Guajiros que, empeñados en esa tarea, no declinen nunca ante el sacrificio del trabajo ni utilicen la veleidades pueblerinas como herramienta para conseguir sus objetivos. Con el claro espejo de la sinceridad, sin el espejismo de las cosas irrealizables ni el handicap de los prejuicios y los temores.
La falta de liderazgo en la Guajira ha hecho diluir oportunidades que no volverán; pero otras llegarán y la experiencia debe enseñarnos a no desaprovechar su encuentro en nuestros caminos. Si tratamos de adecuar nuestras energías a los modernos métodos de trabajo, si aprendemos algo de la moderna tecnología, si conseguimos que nuestros recursos, una parte siquiera, se transforme en algo mejor, aquí mismo, sin trasladarlo en bruto a lejanas regiones, nos iría mejor. La venta de los productos primarios sin elaborar no enriquece a ningún pueblo; lo mantiene mientras lo empobrece gradualmente y al agotarse el recurso lo deja en la miseria y en la ignorancia. Y más todavía si esos recursos no son renovables.
Las minas que el patrimonio geólico nos lega no bastan. Casi son espejismos, una ilusión pasajera. La mejor minería es la que extrae de cada persona su mejor y más noble ser. Por eso debemos buscar los medios económicos, políticos, técnicos y sociales, para de a poco, industrializar la Guajira. Si, de a poco, para compensar lo que cada día se nos va, con beneficios, naturalmente, pero que si no se convierte en capital para invertir en otros rubros de más estabilidad que integren a toda la comunidad en su desempeño y atraiga a otros capitales, elementos y tecnología moderna, pues no vamos a despegar y nada provechoso vamos a cosechar por el miedo a las cosas grandes.
Nuestra Clase dirigente tiene un gran compromiso en esta etapa crucial que vive nuestro departamento. Más gente de la Guajira necesita vincularse a las actividades cuyo desarrollo y ejecución se dan aquí. Sin trabajar no pueden obtener dinero y sin dinero no pueden vivir, no pueden sostener dignamente un hogar, viene entonces la desintegración de la familia y sin esa célula aglutinante se vuelve pedazos la patria y la inmoralidad la cubre con su manto oprobioso. Nuestros políticos, nuestros dirigentes, nuestros profesionales, todos a una, a atizar el horno del progreso, porque los pueblos para colocarse dignamente en la caravana de la felicidad deben luchar denodadamente, con la bandera de la paz en alto y el propósito inalterable de mejorar todos los días algo, en cuerpo y alma, para, con esa labor edificante, construir una sociedad progresista que inyecte a nuestra gente la alegría de vivir.
Aprovechemos el momento que estamos viviendo de las riquezas que Dios nos dio y podamos participar en el desarrollo y en la puesta en marcha de esa gran empresa que orgullosamente se debe llamar: Guajira. Eso es deber de nosotros y ese derecho y ese orgullo no lo vamos a otorgar a ninguno porque el día que suenen las campanas de la alegría por ese cambio de nuestra gente y de nuestros pueblos no puede ser ajena "la satisfacción del deber cumplido". Debe ser nuestra y debe estimularnos para seguir y para que sigan nuestros hijos y sea claro el porvenir para las generaciones futuras. La historia de la Guajira - la que más que ayer, es mañana - está por escribirse en las páginas virginales de nuestros campos y ciudades y nada habremos hecho mientras haya un guajiro sin recoger una esperanza de vincularse a la sociedad en forma digna y decorosa.
Por ello, los guajiros debemos sentarnos en el mejoramiento de los guajiros: ese debe constituirse en el énfasis de nuestras más positivas fuerzas económicas, sociales, el protagonista y gestor de lo que construyamos o hagamos de nuestra propia historia. Camino claro, viaje sin tropiezos, legado de luz, siembra de esperanza
La falta de liderazgo en la Guajira ha hecho diluir oportunidades que no volverán; pero otras llegarán y la experiencia debe enseñarnos a no desaprovechar su encuentro en nuestros caminos. Si tratamos de adecuar nuestras energías a los modernos métodos de trabajo, si aprendemos algo de la moderna tecnología, si conseguimos que nuestros recursos, una parte siquiera, se transforme en algo mejor, aquí mismo, sin trasladarlo en bruto a lejanas regiones, nos iría mejor. La venta de los productos primarios sin elaborar no enriquece a ningún pueblo; lo mantiene mientras lo empobrece gradualmente y al agotarse el recurso lo deja en la miseria y en la ignorancia. Y más todavía si esos recursos no son renovables.
Las minas que el patrimonio geólico nos lega no bastan. Casi son espejismos, una ilusión pasajera. La mejor minería es la que extrae de cada persona su mejor y más noble ser. Por eso debemos buscar los medios económicos, políticos, técnicos y sociales, para de a poco, industrializar la Guajira. Si, de a poco, para compensar lo que cada día se nos va, con beneficios, naturalmente, pero que si no se convierte en capital para invertir en otros rubros de más estabilidad que integren a toda la comunidad en su desempeño y atraiga a otros capitales, elementos y tecnología moderna, pues no vamos a despegar y nada provechoso vamos a cosechar por el miedo a las cosas grandes.
Nuestra Clase dirigente tiene un gran compromiso en esta etapa crucial que vive nuestro departamento. Más gente de la Guajira necesita vincularse a las actividades cuyo desarrollo y ejecución se dan aquí. Sin trabajar no pueden obtener dinero y sin dinero no pueden vivir, no pueden sostener dignamente un hogar, viene entonces la desintegración de la familia y sin esa célula aglutinante se vuelve pedazos la patria y la inmoralidad la cubre con su manto oprobioso. Nuestros políticos, nuestros dirigentes, nuestros profesionales, todos a una, a atizar el horno del progreso, porque los pueblos para colocarse dignamente en la caravana de la felicidad deben luchar denodadamente, con la bandera de la paz en alto y el propósito inalterable de mejorar todos los días algo, en cuerpo y alma, para, con esa labor edificante, construir una sociedad progresista que inyecte a nuestra gente la alegría de vivir.
Aprovechemos el momento que estamos viviendo de las riquezas que Dios nos dio y podamos participar en el desarrollo y en la puesta en marcha de esa gran empresa que orgullosamente se debe llamar: Guajira. Eso es deber de nosotros y ese derecho y ese orgullo no lo vamos a otorgar a ninguno porque el día que suenen las campanas de la alegría por ese cambio de nuestra gente y de nuestros pueblos no puede ser ajena "la satisfacción del deber cumplido". Debe ser nuestra y debe estimularnos para seguir y para que sigan nuestros hijos y sea claro el porvenir para las generaciones futuras. La historia de la Guajira - la que más que ayer, es mañana - está por escribirse en las páginas virginales de nuestros campos y ciudades y nada habremos hecho mientras haya un guajiro sin recoger una esperanza de vincularse a la sociedad en forma digna y decorosa.
Por ello, los guajiros debemos sentarnos en el mejoramiento de los guajiros: ese debe constituirse en el énfasis de nuestras más positivas fuerzas económicas, sociales, el protagonista y gestor de lo que construyamos o hagamos de nuestra propia historia. Camino claro, viaje sin tropiezos, legado de luz, siembra de esperanza
Excelente artículo. Ese es un propósito noble que para ser alcanzado requiere líderes con sensibilidad social y experiencias de vida ligadas a las necesidades de la gente pobre de La Guajira. Esa no es una meta que puede instalarse en el corazón y en la mente de políticos arrogantes y excluyentes.
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