Por: Hernán Baquero Bracho.
La lectura de Carlos Fuentes nos ha servido mucho para entender la crisis que vivimos, para comprender: nuestra realidad, mejor dicho.
Crisis o realidad que debemos apreciar como producto de nuestro propio comportamiento ante fenómenos que, en otras culturas, se manejan de manera diferente, sin el morbo latente que hay en cada latinoamericano. Nosotros, los colombianos, hacemos parte de ese continente cultural, consecuencia de una mixtura racial que, a pesar de todo, nos identifica.
Por esa razón, somos tremendistas. Nos complace más situarnos en los extremos que en lugares donde la moderación aconseja, y somos más impetuosos que reflexivos. Es un modo de ser y de ese talante no se-salva ni siquiera los letrados. i Hay que ver como se pronuncian algunos periodistas lanudos en sus columnas de opinión!. Se han convertido en los nuevos inquisidores fundamentalistas que condenan por anticipado, por encima o con prescindencia de las instancias consagradas en la ley, como cumplimiento no se le podría exigir a seres tan privilegiados. Para ellos "El debido proceso" es una entelequia, acaso una creación de juristas jubilados, así devenga del propio nacimiento - y reconocimiento - de las libertades individuales. Ese aval histórico de las civilizaciones democráticas, les importa un pito. Se trata de hacer prevalecer una supuesta verdad moral, inapelable, rotunda, avasalladora, porque asumir esa postura da en estos días muchos prestigios. ¿Acaso no estamos viviendo en el mundo de las apariencias?
"Es un debate con nosotros mismos", nos dice Carlos Fuentes, Nos ha tomado tiempo darnos cuenta de que nuestra relación con la misma Colombia es tan conflictiva como la relación con nosotros mismos. Y tan conflictiva como la relación de Colombia con ella misma: irresuelta, a veces enmascarada, a veces resueltamente intolerante, maniquea, dividida entre el bien y el mal absolutos. Un mundo de sol y sombras, como en la plaza de toros, y remata el formidable escritor con este capotazo: "la medida de nuestro odio es la medida de nuestro amor", en esa extraordinaria faena agregamos nosotros - del "Ser - Toro" que emergió en nuestro continente, maltratado desde sus orígenes.
Hay ejemplos recientes: el caso de los Congresistas involucrados en el proceso de la Para política, donde fueron juzgados por anticipado por los medios de comunicación Capitalinos, sin el debido proceso, para luego muchos de ellos han sido declarados inocentes por la justicia Colombiana, pero el mal ya está hecho ante la misma sociedad y otros que están todavía en el proceso que ha sido largo ya que la corte suprema de justicia no ha podido encontrar las pruebas fehacientes del delito por el cual se le está juzgando y que deja mucho que decir de la honorable corte que en sus odios y rencores se llevan a gente inocente por delante, con la complicidad de algunos medios de comunicación que son los que atizan la guerra. Y el caso de la segunda reelección del presidente Álvaro Uribe Vélez esos mismos periodistas lanudos se han ido en lance en ristre contra la primera magistratura nacional y los que la poyan y la corte suprema haciendo el juego en el caso de los representantes que aprobaron el texto de la reelección en diciembre del año 2008. Es que así somos, cuando nos miramos en el espejo ancestral. Como siempre la prensa en cacería de brujas y aplicando la doble moral en que hemos vivido por décadas. ¿Cuándo dejaremos de ser Tremendistas e impetuosos?.
La lectura de Carlos Fuentes nos ha servido mucho para entender la crisis que vivimos, para comprender: nuestra realidad, mejor dicho.
Crisis o realidad que debemos apreciar como producto de nuestro propio comportamiento ante fenómenos que, en otras culturas, se manejan de manera diferente, sin el morbo latente que hay en cada latinoamericano. Nosotros, los colombianos, hacemos parte de ese continente cultural, consecuencia de una mixtura racial que, a pesar de todo, nos identifica.
Por esa razón, somos tremendistas. Nos complace más situarnos en los extremos que en lugares donde la moderación aconseja, y somos más impetuosos que reflexivos. Es un modo de ser y de ese talante no se-salva ni siquiera los letrados. i Hay que ver como se pronuncian algunos periodistas lanudos en sus columnas de opinión!. Se han convertido en los nuevos inquisidores fundamentalistas que condenan por anticipado, por encima o con prescindencia de las instancias consagradas en la ley, como cumplimiento no se le podría exigir a seres tan privilegiados. Para ellos "El debido proceso" es una entelequia, acaso una creación de juristas jubilados, así devenga del propio nacimiento - y reconocimiento - de las libertades individuales. Ese aval histórico de las civilizaciones democráticas, les importa un pito. Se trata de hacer prevalecer una supuesta verdad moral, inapelable, rotunda, avasalladora, porque asumir esa postura da en estos días muchos prestigios. ¿Acaso no estamos viviendo en el mundo de las apariencias?
"Es un debate con nosotros mismos", nos dice Carlos Fuentes, Nos ha tomado tiempo darnos cuenta de que nuestra relación con la misma Colombia es tan conflictiva como la relación con nosotros mismos. Y tan conflictiva como la relación de Colombia con ella misma: irresuelta, a veces enmascarada, a veces resueltamente intolerante, maniquea, dividida entre el bien y el mal absolutos. Un mundo de sol y sombras, como en la plaza de toros, y remata el formidable escritor con este capotazo: "la medida de nuestro odio es la medida de nuestro amor", en esa extraordinaria faena agregamos nosotros - del "Ser - Toro" que emergió en nuestro continente, maltratado desde sus orígenes.
Hay ejemplos recientes: el caso de los Congresistas involucrados en el proceso de la Para política, donde fueron juzgados por anticipado por los medios de comunicación Capitalinos, sin el debido proceso, para luego muchos de ellos han sido declarados inocentes por la justicia Colombiana, pero el mal ya está hecho ante la misma sociedad y otros que están todavía en el proceso que ha sido largo ya que la corte suprema de justicia no ha podido encontrar las pruebas fehacientes del delito por el cual se le está juzgando y que deja mucho que decir de la honorable corte que en sus odios y rencores se llevan a gente inocente por delante, con la complicidad de algunos medios de comunicación que son los que atizan la guerra. Y el caso de la segunda reelección del presidente Álvaro Uribe Vélez esos mismos periodistas lanudos se han ido en lance en ristre contra la primera magistratura nacional y los que la poyan y la corte suprema haciendo el juego en el caso de los representantes que aprobaron el texto de la reelección en diciembre del año 2008. Es que así somos, cuando nos miramos en el espejo ancestral. Como siempre la prensa en cacería de brujas y aplicando la doble moral en que hemos vivido por décadas. ¿Cuándo dejaremos de ser Tremendistas e impetuosos?.
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