Por Hernán Baquero Bracho
Hay dolor en mí al escribir estas
cuartillas, hay tristeza en mis actuares, pero ante todo la nostalgia aprisiona
mis recuerdos y me vuelve melancólico ante la muerte sorpresiva de la matrona
Villanuevera María Cuadrado Cárdenas, quien falleció a sus 90 años de edad,
recién cumplidos el pasado 28 de Agosto, cuando rebosante de alegría sus nueve
hijos, sus 44 nietos y 39 bisnietos, sus familiares y amigos le celebramos su
onomástico en la iglesia Santo Tomás, misa consagrada que le oficiara el amigo
de la familia, el sacerdote Armando Becerra Morón, quien fuera cura párroco por
más de una década en esta parroquia, donde su sobrino Tomás Cuadrado Pérez se
convirtió en su monaguillo por esos largos años. El sábado seis de diciembre,
en su sepelio el mismo sacerdote ofició la eucaristía ante la despedida de
María Cuadrado y se sintió en la iglesia a reventar, lo compungido que estaba
el padre Becerra en su homilía por la partida de su amiga, donde el sacerdote
siempre ha gozado del aprecio y del cariño de la familia Dangond y de la
familia Cuadrado. ¡Qué vaina peluchin! ¡Qué vaina Inés, Fabián, Lucas, “Beto”,
“Nando”, “Geo”, José, Manuel, por la partida de su vieja del alma!
Unos días antes de sus 90 años, le
dediqué también unas cuartillas a la siempre amiga María Cuadrado Cárdenas por
haber llegado al noveno piso radiante de alegría y con plena lucidez mental,
donde irradiaba esa alegría por todos sus poros en la iglesia Santo Tomás. Allí
en ese inolvidable 28 de agosto, estaba que no se cambiaba por nadie. Parecía
una jovencita por tanta felicidad con todos sus hijos, nietos y bisnietos,
familiares y amigos que le cantaron un happy birthday en su residencia y como
siempre con esa sonrisa contagiosa, que contagiaba y la volvía más agraciada,
la expresaba en cada una de sus manifestaciones. Pero ahora la felicidad se
convirtió en tristeza, en dolor, en quimeras de sentimientos encontrados, de
una matrona laboriosa, incansable en sus luchas y en sus pesares, pero ante
todo satisfecha del deber cumplido en su recorrido terrenal.
En su sepelio centenares de
Villanueveros y de pueblos vecinos, le dieron su último adiós, a una madre
especial, a una abuela amorosa, a una matrona de muchos quilates que se ganó el
cariño del pueblo Villanuevero. Por ello gente de todos los puntos cardinales
de Villanueva se volcaron a expresarle a los suyos lo que representaba María
Cuadrado Cárdenas como un ser humano espectacular. Personalidades de la talla
de Luis Felipe Ovalle Isaza, ex gobernador de La Guajira, Román Gómez Ovalle,
ex gobernador y ex parlamentario de la península, José Fernando Zabaleta,
alcalde de El Molino, Álvaro Rodríguez Bolaño y su mamá la gran matrona Julia
María Bolaño, ex magistrado del contencioso administrativo, Jorge Juan Orozco
Sánchez y Gonzalo Lacouture Lacouture, ex alcaldes de Villanueva, María Clara
Olivella Fernández, personera municipal, Luis Fernando Carrillo, presidente del
concejo municipal y sus compañeros Wilder Rumbo Brito, Rafael Andrés Peláez,
José Díaz Plata y la lista sigue de tantos y tantos personajes y amigos que
estuvieron acompañando a todos sus hijos, especialmente al ex alcalde de este
municipio, el médico Luis Erasmo Dangond Cuadrado y fue cuando más de una
lágrima afloró en más de uno por el llanto y el dolor de sus hijos, nietos y bisnietos,
quienes lloraban de manera inconsolable la partida de su madre, abuela y
bisabuela, su ídolo, su todo, en sus aconteceres diarios.
Y es cuando observé a una de sus
vecinas donde fue una de ellas por tanto tiempo, de la calle 12, hoy calle 13,
la también matrona Amira Rodríguez, la mamá de los Sierra Rodríguez, llorando
con esa nostalgia con su hija Maribeth y es cuando se amontonan esa serie de
recuerdos que se convierten en añoranzas, en nostalgias del tiempo y llegan las
palabras claras del padre Becerra en su homilía: Dios nos ha dado solo una
vida, pero ante la muerte el cuerpo vuelve a la tierra y el espíritu trasciende
a lo sobrenatural y llega a la vida eterna, esa que desde su muerte María
Cuadrado Cárdenas encarna desde ahora a un mundo mejor, donde el dolor y la
tristeza no existen y solo la radiante luz divina la acompaña para siempre.
¡Qué así sea! Un amén bien grande por mi siempre amiga y vecina María Cuadrado
Cárdenas.
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