Por: Hernan Baquero B.
El talento de los grandes acordeoneros
villanueveros como “Emilianito” Zuleta Díaz, Israel Romero Ospino, Egidio
Cuadrado Hinojoza, Orangel “El Pangue” Maestre Socarras y Andrés “El Turco”
Gil, de los mejores con que cuenta la música vallenata en su trasegar
histórico, sin duda, ha jugado un papel preponderante, pero no ha sido lo único
porque talento han tenido y tienen y de sobra, en su gran mayoría, el común de
nuestra gente. Complementado con artistas de la misma tierra como “Poncho”
Zuleta, “Jorgito” Celedón, Jean Carlos Centeno, Junior Santiago y Daniel
Celedón, que se han convertido en estandartes del folclor colombiano.
Pero ahí no para la cosa porque unido a lo
anterior se encuentran compositores de la talla de Rosendo Romero, “Beto”
Murgas, Julio Oñate Martínez, Idelfonso Ramírez Bula, “El Cacha” Acosta, Luis
Murgas Rumbo, José “Casquita” Mazeneth, Álvaro González, Jesualdo Fernández
Valverde, Alonso Quintero, José “Cachete” López y Javier “Yeska”
Rodríguez, conforman el mejor cuadro que la música vallenata haya podido
plasmar y de ahí que Villanueva se encuentra entre el cielo y las
estrellas.
Esta raza nuestra: India, negra y española, es
necesariamente talentosa porque los factores étnicos que la conjugaron iban a
producir un prototipo humano de especiales características intelectuales y
espirituales, en el que las manifestaciones del arte y la cultura tendrían como
se ve que han tenido, a través del tiempo especial preponderancia.
No es entonces, únicamente el hecho de que
“Emilianito”, “El Pollo Isra”, Egidio, “El Pangue” y “El Turco” Gil posean una
gran inteligencia lo que podría explicar su gran obra musical de las mejores en
el género vallenato. Y ese vórtice de energía que por más de 100 años
estuvo presente en la Sierra Negra dio como resultado artistas de la
talla de “Poncho” Zuleta, Jena Carlos Centeno, “Jorgito” Celedón, Junior
Santiago y Daniel Celedón. Para que esa inteligencia emanara de forma natural
con los grandes compositores que ha dado la tierra bella como lo son “el poeta
de Villanueva” Rosendo Romero, “Beto” Murgas, el costumbrista mayor Julio Oñate
Martínez, con otro gran costumbrista como lo son Idelfonso Ramírez Bula y “El
Cacha” Acosta junto con José “Casquita” Mazeneth y Jesualdo Fernández Valverde
y los nuevos románticos: Luis Murgas Rumbo, José “Cachete” López, Álvaro
González, Alonso Quintero y Javier “Yeska” Rodríguez. Es eso, en parte, pero
fundamentalmente es el sentimiento, la sensibilidad anímica, la enorme carga
espiritual que llevan dentro, lo que produce la necesidad de verter todo lo que
se les va acumulando en el alma, para acabar diciendo con música las cosas de
ellos y las de los demás a los que también involucran en su propia
incandescencia interior. Periódicos cantados ha llamado alguien a
los cantos vallenatos.
Y es posible que algo de eso sean. Pero no es
esta la mejor ni la única definición para ellos, puesto que si bien nacieron en
épocas diferentes tanto ellos lo insignes acordeoneros, como los cantantes y
compositores como sus canciones, han inmortalizado los flecos del alma de los
enamorados de ayer y de hoy y colocaron y continúan colocando a Villanueva su
tierra, en la cima de nuestra música que ha tenido nuestro folclor y han
ondeado la bandera en lo más alto para que Villanueva se encuentre entre el
cielo y las estrellas de ese mundo musical y demostrando con ello que es cuna
de acordeones, pero además compositores y de grandes cantantes de la melodía en
la escala musical y con todo ello han logrado inmortalizar esta música que ha
salido por sus venas de manera natural.
Sin olvidar a otros grandes que se han ido,
pero que permanecen en el recuerdo de esta música que es magia y es
poesía. Emiliano Zuleta Baquero, Escolástico Romero Rivera, Antonio
Amaya, Reyes Torres, alumbran con su antorcha de lo que representaron en el
mundo terrenal, junto a “Poncho” Cotes Queruz y su hijo “Poncho” Cotes Junior,
y con ello se reafirma en su composición inmortal que aquí queda el cielo y que
recordar tiempos idos, es la mejor manera de homenajear su legado musical. Por
ello Villanueva se encuentra entre el cielo y las estrellas y es cuando en la
38 versión del Festival Cuna de Acordeones, se sientan y se tarareen sus
estrofas de sus cantos, con las melodías y los dejes musicales del compás de la
escala, lo requieran para lograr el ensamblaje perfecto de los versos con la
melodía, las palabras se recortan, estiran, encogen, se alegran o se ensanchan
o simplemente se inventan ese faracateo, creado por todos ellos por la
imperativa necesidad de hacer grafico el sentimiento.
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