Por Ricardo Villa Sánchez
@rvillasanchez
Entre los departamentos del Cesar y de la Guajira está más del 94% de la explotación nacional de carbón. En el tercer trimestre de 2017, la producción de carbón en la región Caribe, superó las 20 millones de toneladas. A pesar del grave conflicto socio laboral resuelto por la vía del diálogo social, en Cerromatoso, la producción de níquel creció un 12% frente al año anterior, en este mismo período. El 21% del ganado vacuno sale de nuestras tierras. La producción de alimentos, a pesar de la carencia de vías terciarias adecuadas, abastece las plazas de mercado de nuestras principales ciudades; aunque productos básicos como la yuca, el plátano, el maíz y el arroz, últimamente los traen de otras regiones. La Sierra Nevada de Santa Marta irriga de agua a 19 municipios de 3 departamentos. Por los puertos de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, ingresa el comercio desde el Canal de Panamá y, entre otros, de los puertos norteamericanos y europeos, así como también arriban temporadas de cruceros turísticos. Nuestras carreteras las visten de contenedores de las multinacionales con diversos productos, cama bajas con vehículos importados, carro tanques con químicos y por las líneas de tren, pasan maquinas que no alcanza la vista para apreciar sus vagones repletos de carbón que los compran al otro lado del mundo.
Cualquiera diría que el caribe debería ser la región más desarrollada en Colombia, con una productividad en alza, las principales industrias aposentadas en sus territorios, clima de negocios competitivo, ciudades con calidad de vida y ciudadanía con libertad política. Sin embargo, la producción minera, manufacturera, de servicios, de la construcción, de transporte, de alimentos, de comercio y turismo y de logística portuaria en el año anterior decreció en sus principales indicadores. Curiosamente, lo que más subió frente al período anterior, fue el saldo de los depósitos del sistema financiero en la región Caribe, (8,7%) pero inferior a la media nacional de 9,3% y los índices de comercio exterior, principalmente de carbón, níquel y banano aumentaron en un 37% en el tercer trimestre de 2017, según los recientes cálculos del Banco de la República.
Nuestra economía depende de los yacimientos minero energéticos y de la agricultura, así como de los desvaríos de sus precios internacionales, pero la generación de riqueza y su redistribución, al parecer no. Persiste la alta concentración de la riqueza y los indicadores inmorales de pobreza en la región. Bajos niveles de transparencia, poco acceso a servicios públicos esenciales, costosa conectividad, minúscula investigación en ciencia y tecnología, alta depredación ambiental, hambrunas, insalubridad, baja calidad de la educación, irrisorios avances en seguridad humana y en desarrollo sostenible, exigua movilidad social, carencia de igualdad de oportunidades de acceso a empleo digno así tengamos las más bajas tasas de desempleo quizás por la primacía de la informalidad y su casi invisible línea divisoria con la economía subterránea y la ilegalidad, aunado a las sempiternas élites gobernantes que a unos pocos representan, y a la injusticia social; harían que el sueño caribe se redujera a una sutil pesadilla.
De las comprobadas maneras para derrotar la inequidad y la desigualdad, sería generar una renta básica ciudadana que le garantice a las personas su mínimo vital en el caribe. Así tendrían poder adquisitivo y de decisión, como ciudadanos, para incidir y elegir, para ser arquitectos de su propio destino. Eduardo Matarazzo Suplicy afirma que el trabajador, cuando tiene garantizado de manera suficiente su sobrevivencia, puede elegir mejor si acepta o no determinadas condiciones de empleo lo que impide que puedan significar humillación, riesgo a su salud o irrespeto a su dignidad. Para este político y economista brasileño, un salario mínimo, combinado con la renta básica, puede aportar para limitar el nivel más bajo de remuneración. Además, en este contexto, cuando las empresas demandan más empleo, hay más presión para que los salarios aumenten. La costa caribe como región que avanza en su autonomía para la planificación y la gestión, debería ser epicentro de una apuesta de garantizar la renta básica ciudadana. Esta puede ser una de las soluciones a nuestro atraso.
En la última encuesta sobre percepción del voto caribe que realizó Datanálisis SAS, el voto en blanco y los indecisos, igualan a Vargas Lleras que aparece de primero en la medición. Sin embargo, también dos candidatos caribes, actualmente en consulta interpartidista de coalición, sumados superan a la punta de lanza en este sondeo: Gustavo Petro con el 19% y Carlos Caicedo con el 4.1., y si se agrega este guarismo al de Humberto de la Calle y de Clara López Obregón, que recientemente se aliaron, y los cerca de 10 puntos de la Coalición Colombia, podría haber una sorpresa en la primera vuelta presidencial, algo similar a lo que ocurrió en el pasado con la llamada ola verde pero que por distintos motivos no tuvo la misma relevancia en la segunda vuelta con la derrota aplastante que le propinó la unidad nacional, con fuerte incidencia del voto caribe.
Llamar al voto caribe en esta contienda presidencial, en la Consulta Interpartidista de coalición, en las elecciones del cuerpo legislativo y en la primera vuelta presidencial, es decisivo, pero requiere de propuestas y de soluciones concretas que reflejen las necesidades más sentidas de la tierra del olvido. Es necesario sacar al caribe de la pobreza y construir calidad de nuestra democracia. Para esto, es clave derrotar a las élites que nos han gobernado desde la independencia, para que cedan parte de su poder excluyente y para poder llevar a cabo las profundas trasformaciones estructurales que nos permitan avanzar en el progreso de la región. Aún no es tarde, insistimos: La coalición es el camino. Nuestro voto decide.
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