Por: Aliskair De La Hoz
@aliskaird
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Las
consultas internas de los partidos, de la que en el caso del Partido
Conservador se ha hablado mucho en Villanueva, después de conocer las
declaraciones de los candidatos Jhon Montero, Javier Socarrás y Rodrigo Daza,
son una copia de las conocidas elecciones primarias que son atractivas en EEUU.
Las
primarias permiten que sean designados los candidatos de los partidos
tradicionales, Demócrata y Republicano. El caso democrático de Estados Unidos
es un ejemplo a seguir, pero en Colombia los resultados no han sido, casi
siempre, los esperados.
En el caso
presidencial, recordamos la consulta del Partido Liberal, cuyo debate se centró
en lo costosa de la consulta para el Estado y el total de participantes en el
mecanismo. Claro está que las consultas internas o populares nunca van a tener
la misma participación que una elección de alcalde, gobernador o presidente.
Muchos
dirán que es un mecanismo que fortalece la democracia y la calidad de la
política, pero con nuestra cultura política, es necesario afirmar, que estamos
lejos de esa perfección que se menciona en este caso particular.
Es por esto
que el mecanismo es digno de análisis si lo que se quiere es nominar a un
candidato fortalecido para unas elecciones locales. Y lo presento en tres
escenarios posibles.
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Como
mencionamos antes el costo para la Registraduría por la logística que conlleva
un proceso electoral primario. Sin embargo, el tema no muere ahí, el costo
también recae sobre las candidaturas, una consulta es una campaña política con
guardadas proporciones, por eso al estructurarla, se necesita inversión por los
esfuerzos económicos y humano que requiere. Este gasto se puede considerar
innecesario si se plantean otros mecanismos avalados por los mimos partidos. De
acuerdo a los conocedores, una consulta como la que se ha mencionado,
programada con la estructura de una campaña política primaria, estaría cerca a
los $100 millones. Lo que se convertiría en una apuesta arriesgada para la
confianza en la financiación de la futura gran campaña.
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La
competencia de candidatos así no se quiera, genera emociones que rayan en la
contradicción, en la contrariedad, en mirar al otro como un sujeto a vencer.
Hoy más que nunca estamos viviendo los fenómenos del fanatismo, populismo y
polarización por los sectores, las personas toman partidos y las
confrontaciones de ideas se convierten en personales, eso naturalmente, genera
división y en el caso de que alguno de ellos logre ser vencedor, no existirá,
por más que se quiera, satisfacción en el vencido y aunque se comprometa a
cumplir con lo pactado, muchos de sus seguidores no lo entenderán de esa manera
y buscarán otras toldas distintas a las que se comprometieron a defender una
idea dentro de un partido. Es inherente al comportamiento humano que estos
casos se den frecuentemente.
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Si
la consulta es abierta, pone en riesgo al partido de que otros sectores políticos
acaben influyendo sobre el proceso. La experiencia la tuvo el mismo partido
Conservador en 2010, con la contienda entre Noemí Sanín y Andrés Felipe Arias.
El partido Conservador quedó profundamente dividido y con la influencia de
factores externos, lo que dio como resultado lo totalmente opuesto a lo que se
esperaba.
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Las
consultas están lejos de mostrar un retrato del momento político del municipio.
Con un promedio de abstinencia del 60% en procesos electorales de mayor
concurrencia y lo sucedido en el ámbito presidencia con Humberto De La Calle;
la medición en este caso, estaría lejos de lo que podría mostrar a octubre del
presente año.
Este y
quizá muchos aspectos más, invitan a evaluar profundamente la pertinencia de la
consulta partidista, o consulta primaria, para que en adelante no salgamos con
un vencedor que fácilmente puede ser vencido en las elecciones regionales de
octubre.
Sería
importante que quienes la han venido planteando dieran un nuevo repaso a los
pro y los contra del proceso a favor de sus futuras aspiraciones.
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