Por: Ignacio Escudero
Ex Futbolista de la selección juvenil de Colombia, Chile 1974
Las objeciones del
señor Presidente a 6 artículos de la Ley Estatutaria de la Jurisdicción
Especial de Paz, aprobada por el Congreso vía FAST TRACK, sancionada por el
Presidente de la Republica y publicada, como debe ser, más que una discusión
Jurídica es política. O más bien, independientemente, si es jurídico o político
el tema en el país lo que hace es reafirmar el grado de polarización en que
estamos inmerso, quien sabe hasta cuándo.
Lo más
sorprendente, la posición de la Corte Constitucional, guardiana de la
Constitución al declararse incompetente para emitir, no un concepto sino un
fallo acerca de las objeciones hechas por el Ejecutivo. La razón, la Ley
Estatutaria de la JEP, surtió todos los tramites de rigor en el Ejecutivo, Legislativo
y Judicial. Por consiguiente, con apego a la Constitución dicha norma hizo
tránsito a cosa juzgada. En otras palabras, no se modifica y su texto es de
obligatorio cumplimiento tanto para gobernantes como gobernados.
Ahora bien, todo
hace indicar que las objeciones se hundirán tanto en el Senado como Cámara de
Representante, teniendo en cuenta que la decisión del partido Cambio Radical es
no aprobar. De ser así, estas se hundirían y la Ley pasaría al señor
Presidente, quien estaría obligado a su sanción.
Lo ideal, sería
que, por ser la PAZ un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento (artículo
22 superior), estuviéramos los colombianos remando hacia el mismo lugar que
seria, una convivencia pacífica y una paz estable y duradera para que la presente
y futura generación no les toque repetir la historia, violenta y nefasta que
cobró millones de víctimas durante más de 60 años de conflictos cruento y
catastróficos. Quienes, los vivieron y sobrevivieron son los testimonios
vivientes del no retorno.
Cuando se
adelantaban los diálogos entre el gobierno y la guerrilla de las FARC en la
Habana, Cuba hubo un momento de tensión y se vislumbraba un eventual
rompimiento de las conversaciones y el astro del futbol colombiano Carlos
Valderrama Palacio “Pibe Valderrama”, como se hizo famoso por ser el referente
de talento de la Selección de Futbol de Mayores de Colombia, lanzó una atrevida,
pero audaz propuesta: realizar un “picadito” entre el gobierno y las FARC para
destrabar el proceso. Nunca se hizo.
Hoy, cuando
transitamos en un proceso de paz que trajo como beneficio el “descalamiento” de
la confrontación armada en el país, propongo, también en mi calidad de
exfutbolista de la Selección Juvenil de Futbol de Colombia, Chile 1974, cuando
el país astral atravesaba su peor crisis luego del derrocamiento a sangre y
fuego del gobierno constitucional y democrático del Presidente Salvador Allende
por una Junta militar presidida por el General Augusto Pinoche, en septiembre
del año de 1973, la realización de un “picadito” por la paz y convivencia pacífica,
entre el oficialismo y la oposición. O más bien, entre quienes votaron el
Referendo por el NO y Sí. Y, para no dejar ningún actor de la vida nacional
excluido, tendríamos a los de las FARC, no como guerrilla sino como partido
político, fungiendo de “arbitro”.
Después del
“picadito”, sin importar el resultado, como solían hacer las glorias del Junior
de Barranquilla, a finales de los años setenta cuando tuve el privilegio de
vestir la roja y blanca, tales como Antonio Rada, Marcos Coll, Otton Alberto
Dachunda, Dulio Miranda, Toto Rubio, Oscar Bolaño, Otros que se me escapan, en
la cancha de futbol del barrio la Magdalena, todos los integrantes de los dos
“líneas”, en un acto de hermandad, tolerancia y convivencia con árbitros
incluidos, se trasladaban a una tienda contigua a la cancha a comentar las
incidencias del “picadito”, deleitando una “fría”.
¿Será posible? “soñar
no cuesta nada”. Si los colombianos, todos hijos de la patria, sin distingo de raza,
origen, lengua, religión, opinión política o filosófica, como reza el artículo
13 de la Constitución de 1991, alrededor del deporte, pudiéramos deponer los
odios y rencores, como bien supo hacer el Nobel de Paz y Presidente Surafricano
Nelson Mandela, apodado “Madiba”, activista contra el apartheid, seguramente
tendríamos mejor calidad de vida..
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