Por: Aliskair De La Hoz
Parecía increíble que la doble moral, era menos que la moral.
En
este país donde abunda a cada hora, asomos de “doblemoralismo”
generalizado en los temas más importantes que abordan las agendas informativas
del día a día.
El caso Benedetti,
ocupó la agenda de opinión durante la presente semana; un ex parlamentario, embajador
en Venezuela, sagaz político, con personalidad caribe y prácticas políticas non sancta conocidas por el país y la justicia, se escuchaba enfurecido y
descompuesto en una serie de audios dirigidos a la recientemente conocida Laura
Sarabia, reclamándole por esperar más de tres horas para ser atendido, sin
alfombra roja, en las instalaciones de palacio.
En sus reclamos se
atribuía el hecho de construir su campaña a la presidencia, que, sin su
presencia, no tuviera tanto éxito en la costa atlántica, aún más, manifiesta
conseguir 15 mil millones para la campaña, sin su llegada, Petro hoy no sería presidente.
El asombro de la
opinión pública fue unánime, el vocabulario empleado por el embajador. Las confesiones
sobre lo que tiene bajo la manga si el presidente no le cumple, y la
subordinación que debe permanecer, en la que, hasta ese momento, era la mano
derecha de Gustavo Petro.
La clase política
colombiana, esa que ha querido construir en la sociedad el espectro de
supremacía, de seres intocables a los que no se les debe cuestionar nada y que
nada es culpa de ellos, reaccionó con asombro porque de esa manera se hizo la
campaña a la presidencia. Son esos que, hoy mismo, se encuentran reunidos,
haciendo cónclaves para armar rompecabezas de apoyos, intercambio burocrático y
poder en las regiones de cara a las elecciones del próximo mes de octubre.
Es cierto que se esperaba un final en esas prácticas, más de un gobierno que ha tomado la palabra cambio como bandera de sus ejecuciones, pero, ¿Deberían estos politicos atribuirse esos reclamos y ese destello de moralidad pública? ¿No sería mejor que lo hiciera la sociedad civil?
Lo que escucharon
de Benedetti, pudieron apreciar la clara muestra de como funciona la política
del país: corrupción, entramados, maniobras, acuerdos por debajo de la mesa,
inmensas sumas de dinero y repartición del poder. Lo ha hecho siempre Benedetti,
Roy Barreras, Dilian Francisca Toro, Omar Yepes, Efraín Cepeda, Vargas Lleras,
Mario Castaño y todos los que hemos visto en el escenario político en las últimas
décadas, recordemos a los que ya no están como Roberto Gerlein o el cacique de
los Name y de los Gnecco. La única forma de mantener y mantenerse en el poder
es con el libreto que aprendió Benedetti.
Cada vez que
veamos a un político sólido en una región, miremos al aprendiz y locuaz de Armando,
que esta vez vio tan cerca del poder, como nunca antes, que perdió el foco de
su objetivo, y la cordura, además.
“Uno debe ser agradecido, pero jamás esclavo de un agradecimiento”
La segunda parte
de la historia, tiene que ver con Laura Sarabia, llegó a las toldas del petrismo
acompañando a su mentor Armando Benedetti, aunque no le gustaba Petro, como él
mismo lo dice en los audios filtrados, se impuso el deseo su jefe y lo
acompañó.
Con el pasar de
los meses se ganó la simpatía de Gustavo Petro, la vio como una joven eficiente
y útil para su gobierno. Ella comenzaba a tomar alas en su vida, que obviamente
no sería posible sin que primero la hubiera visto Armando, acompañado, guiado.
¿Acaso era su
Frankestein, Prometeo, Pinocho, su muñeca de barro? A la que le había dado
forma, ¡hasta vida! Así la veía Armando Benedetti, por eso su asombro por verla
crecer y ser más importante de quien la veía más con envidia que con orgullo: “Lo
que eres me lo debes a mí”.
Este país está tan mal construido, que lamentablemente, el mérito sin la palanca imposibilita que las "Laura Sarabia" que hay en cada rincón del país, puedan hacerse visibles por sí mismos, si alguien no las lleva de la mano y si logran triunfar, su mentor termina pasándole factura para el resto de su vida.
Así es el país, así funciona y aquellos que ustedes creen realmente asombrados por todo lo que hemos vivido estas últimas semanas, son los mismos que cimentaron esta monstruosa catedral de corrupción y nepotismo.
Benedetti, son todos ellos.
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