Por: José Fontalvo De La Hoz.
Los grupos indígenas, desde la llegada de los conquistadores y colonos europeos, han sido desalojados, despojados de sus tierras y de sus riquezas naturales convirtiéndolos en explotados después de ser propietarios natos de estas tierras. El colono blanco los ha suplantado hasta trocarlos en desplazados porque tuvieron que huir para no ser objetivo de la saña de los invasores. Se origina una guerra sin tregua donde el indígena sale muy mal librado por su bajo poder bélico.
Mas tarde aparecen otros agentes que les marcan el destino a nuestros aborígenes, entre ellos la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, los delincuentes comunes y algunos sectores de la producción interesados en sus tierras. La relación de los indígenas con los invasores de sus tierras no se basó en el dialogo y conversaciones cordiales sino en el uso de la fuerza, es decir recurriendo a las armas de las cuales carece el indígena y por tanto su derrota es mas que segura.
Un poco mas en nuestros tiempos surgen los minifundistas y los aparceros que, igual a los indígenas, son desalojados de sus tierras y pertenencias dando origen a nuevos grupos sociales que conocemos con el nombre de desplazados. De este grupo de desplazados hacen parte no solo los indígenas sino también negros, blancos y todo tipo de mestizaje que se trasladarán a los centros urbanos, de manera especial, a las medianas y grandes ciudades del país buscando formas de remediar o solucionar sus problemas por creer, ilusoriamente, conseguir una fuente de trabajo con que satisfacer todas sus necesidades.
La crisis financiera mundial dificulta solucionar el problema social del desplazamiento por cuanto es peliaguda la creación de nuevos frentes de trabajo por la recesión que ha tenido un impacto desalentador en la economía del país. Los desplazados y desarraigados después de un largo peregrinaje huyendo de los agentes del conflicto llegan a lugares que creen seguros pero no todo el color y olor a rosas es verdad, allí comienzan a sentir los primeros desánimos por recibir tratos que no se compadecen con sus sufrimientos y padecimientos. Deambulan por las calles de más activo comercio implorando la caridad pública para mitigar sus limitaciones y abrigar la esperanza de conseguir un lugar abrigado para fijar sus residencias. No borran de su mente la idea de retornar a sus tierras una vez se hayan solucionado los problemas que originaron esta crisis.
El desplazamiento masivo hacia determinadas ciudades altamente desarrolladas genera problemas de invasiones en alguno de sus sectores y con ello el hacinamiento donde pululan las habitaciones sin comodidades mínimas ni los servicios domiciliarios de agua potable, alcantarillado, energía, gas, teléfono. Agreguémosles la falta de puestos de salud, hospitales, escuelas, universidades ¡Qué problema! Es como si fundáramos una ciudad sin la asignación de los recursos económicos propios para la vida de ese nuevo ente. La mayoría de estos desplazados en sus lugares de origen tenían abundantes recursos de pan coger que les aseguraba su manutención pero es de asegurarlo carecían de unos módicos servicios domiciliarios lo mismo que los de salud y educación.
¿Pensarían, por algún instante, la guerrilla, los narcotraficantes, los paramilitares y los otros promotores del desplazamiento sobre estas gigantescas consecuencias de orden social, política y económica, cultural, etiológica, etc.? Podría considerarse una jugada maestra de la guerrilla que con los bombardeos de gran número de municipios, fincas y ataques a los asentamientos rurales, crearía el gran problema social del desplazamiento con graves consecuencias en todos los órdenes. Esto ha precipitado unos conflictos cuya solución no tiene espera y es por ello que el gobierno se ha visto precisado a darle solución en forma prioritaria. Para los desplazados en Colombia por el accionar de la guerrilla, los paramilitares, el narcotráfico y la delincuencia común el gobierno ha iniciado programas de vivienda de razón social para que ninguno de ellos carezca de techo con sus respectivos servicios públicos domiciliarios. No querríamos afirmar con esto que ahora su situación es mejor a la que tenían antes de ser desplazados, y que la política de la guerrilla de ataque cruento y arrasador de sus pertenencias ha sido favorable y que gracias a ella no hubieran podido salir del abandono y el olvido en que se encontraban sécula seculorum.
Mucho menos podríamos afirmarlo refiriéndonos a los narcotraficantes, los paramilitares y la delincuencia común, pues dentro de sus objetivos no esta crear el fenómeno del desplazamiento con todas sus implicaciones sino solamente la burda apropiación de sus pertenencias.
Queriéndose o no, al final del accionar de la guerrilla, los narcotraficantes, los paramilitares y la delincuencia común con el desplazamiento, ha surgido un nuevo régimen de vida por el mejoramiento en la prestación de los servicios públicos domiciliarios, un vuelco o revolcón en el conjunto de conocimientos relativos a la planificación y a los espacios de las ciudades con la aplicación de normas atinentes al urbanismo moderno.
Mas tarde aparecen otros agentes que les marcan el destino a nuestros aborígenes, entre ellos la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, los delincuentes comunes y algunos sectores de la producción interesados en sus tierras. La relación de los indígenas con los invasores de sus tierras no se basó en el dialogo y conversaciones cordiales sino en el uso de la fuerza, es decir recurriendo a las armas de las cuales carece el indígena y por tanto su derrota es mas que segura.
Un poco mas en nuestros tiempos surgen los minifundistas y los aparceros que, igual a los indígenas, son desalojados de sus tierras y pertenencias dando origen a nuevos grupos sociales que conocemos con el nombre de desplazados. De este grupo de desplazados hacen parte no solo los indígenas sino también negros, blancos y todo tipo de mestizaje que se trasladarán a los centros urbanos, de manera especial, a las medianas y grandes ciudades del país buscando formas de remediar o solucionar sus problemas por creer, ilusoriamente, conseguir una fuente de trabajo con que satisfacer todas sus necesidades.
La crisis financiera mundial dificulta solucionar el problema social del desplazamiento por cuanto es peliaguda la creación de nuevos frentes de trabajo por la recesión que ha tenido un impacto desalentador en la economía del país. Los desplazados y desarraigados después de un largo peregrinaje huyendo de los agentes del conflicto llegan a lugares que creen seguros pero no todo el color y olor a rosas es verdad, allí comienzan a sentir los primeros desánimos por recibir tratos que no se compadecen con sus sufrimientos y padecimientos. Deambulan por las calles de más activo comercio implorando la caridad pública para mitigar sus limitaciones y abrigar la esperanza de conseguir un lugar abrigado para fijar sus residencias. No borran de su mente la idea de retornar a sus tierras una vez se hayan solucionado los problemas que originaron esta crisis.
El desplazamiento masivo hacia determinadas ciudades altamente desarrolladas genera problemas de invasiones en alguno de sus sectores y con ello el hacinamiento donde pululan las habitaciones sin comodidades mínimas ni los servicios domiciliarios de agua potable, alcantarillado, energía, gas, teléfono. Agreguémosles la falta de puestos de salud, hospitales, escuelas, universidades ¡Qué problema! Es como si fundáramos una ciudad sin la asignación de los recursos económicos propios para la vida de ese nuevo ente. La mayoría de estos desplazados en sus lugares de origen tenían abundantes recursos de pan coger que les aseguraba su manutención pero es de asegurarlo carecían de unos módicos servicios domiciliarios lo mismo que los de salud y educación.
¿Pensarían, por algún instante, la guerrilla, los narcotraficantes, los paramilitares y los otros promotores del desplazamiento sobre estas gigantescas consecuencias de orden social, política y económica, cultural, etiológica, etc.? Podría considerarse una jugada maestra de la guerrilla que con los bombardeos de gran número de municipios, fincas y ataques a los asentamientos rurales, crearía el gran problema social del desplazamiento con graves consecuencias en todos los órdenes. Esto ha precipitado unos conflictos cuya solución no tiene espera y es por ello que el gobierno se ha visto precisado a darle solución en forma prioritaria. Para los desplazados en Colombia por el accionar de la guerrilla, los paramilitares, el narcotráfico y la delincuencia común el gobierno ha iniciado programas de vivienda de razón social para que ninguno de ellos carezca de techo con sus respectivos servicios públicos domiciliarios. No querríamos afirmar con esto que ahora su situación es mejor a la que tenían antes de ser desplazados, y que la política de la guerrilla de ataque cruento y arrasador de sus pertenencias ha sido favorable y que gracias a ella no hubieran podido salir del abandono y el olvido en que se encontraban sécula seculorum.
Mucho menos podríamos afirmarlo refiriéndonos a los narcotraficantes, los paramilitares y la delincuencia común, pues dentro de sus objetivos no esta crear el fenómeno del desplazamiento con todas sus implicaciones sino solamente la burda apropiación de sus pertenencias.
Queriéndose o no, al final del accionar de la guerrilla, los narcotraficantes, los paramilitares y la delincuencia común con el desplazamiento, ha surgido un nuevo régimen de vida por el mejoramiento en la prestación de los servicios públicos domiciliarios, un vuelco o revolcón en el conjunto de conocimientos relativos a la planificación y a los espacios de las ciudades con la aplicación de normas atinentes al urbanismo moderno.
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