Por Juan Rincón Vanegas
Ay Doctor Eduardo Arredondo hágame el favor
vengo aquí porque en verdad es que me siento mal
y usted como es un cardiólogo en especial
yo quiero que me examine el corazón
porque es que me lo acaban de maltratar
El hombre que tanto le cantó a su corazón levantó el vuelo antes de tiempo en momentos en que estaba estrenando canciones. Definitivamente, Diomedes Díaz nunca pensó que su corazón bueno y enamorado le jugara una mala pasada y menos cuando sus versos los dirigía directamente desde el lado izquierdo de su pecho.
Su corazón dejó de palpitar estando dormido, no le permitió seguir viajando por la vida y tampoco le otorgó el favor de pedirle sobretiempo o acudir directamente al doctor Ronny López, debido a que el médico Eduardo Arredondo Daza, se le había adelantado y no le podía tomar un electrocardiograma, ni hacerle el trasplante que le había pedido en la canción: ‘Mi corazón’.
El órgano clave de su aparato circulatorio hace seis años había dado muestras de no palpitar al ritmo adecuado, pero la ciencia médica estuvo oportuna y se lo mejoró, teniendo que estar en controles y tomando varias pastillas diarias. Al fin y al cabo no fue tarea fácil porque estaba cargado de penas para un solo corazón.
El estado de salud de Diomedes Díaz, siempre tenía en vilo a sus familiares, amigos, fanaticada y la última vez que corrió la noticia de su muerte fue el martes 30 de octubre de 2012, cuando sufrió un accidente automovilístico camino a su finca Las Nubes. Esa vez indicó que “La Virgen del Carmen me protegió y sigo con vida hasta nueva orden”.
Tiempo para Dios
En medio de los sucesos, algunos buenos y otros polémicos, que encerraron la vida de Diomedes Díaz, en muchas oportunidades tuvo ocasión de darle “Gracias a Dios”. Precisamente en la canción que tiene el mismo título hizo confesiones que era pecador, pero también pedía que purificara su alma y con amor le concediera la salvación bañando con su sangre el cuerpo de ese cristiano.
La constancia vence lo que la salud no alcanza
y eso significa que Dios ha estado conmigo
me acompaña en el camino y me libra de la maldad
y entonces de allá pa' ca’ yo me arrodillo y le digo
Ay... Señor... tantas penas, pero contigo voy hasta el fin
hasta que tú me dejes vivir aquí en la tierra.
Además, de lo anterior pidió que le cuidara a sus hijos y especialmente a sus seguidores y los colmara de bendiciones. “Dios mío te amo, no me abandones, yo siempre quiero estar a tu lado”.
Dos corazones
Diomedes Díaz estaba tan convencido de la fidelidad de su corazón que en la misma canción pedía un trasplante, pero se arrepintió casi al instante porque entendió que era bueno y no merecía que lo sacara de su pecho para dejarlo a un lado. Incluso prometió hablar con Alejandro Obregón para que se lo pintara en un cuadro. “Y bonito que me quedará”, dijo en esa ocasión.
Dicen los abuelos que el corazón es arbitrario e indomable y cuando se cansa de mandar señales de vida no hay canto, ni pintura que valga y con Diomedes no fue la excepción, lo traicionó.
Ay si yo tuviera dos corazones
te quisiera doblemente mi vida
ay si yo tuviera dos corazones
te quisiera doblemente mi amor.
Un corazón pa' quererte
un corazón pa' adorarte.
La fiel seguidora
En esa cosecha de recuerdos de los corazones que se alegraron con sus canciones aparece Eneida Isabel Cuadros Solis, quien es la más fiel seguidora de Diomedes Díaz, en San Juan del Cesar y sus alrededores.
Entonces para demostrarlo de una habitación va sacando camisetas, gorras, bolsos, collares, pulseras, aretes, fotos, afiches, casetes, discos, cds, cuadros, pinturas, recortes de revistas y periódicos, todo con la estampa de Diomedes. Además, y de ñapa un equipo de sonido donde únicamente han sonado las canciones de su ídolo.
Enseguida sorprende con una maleta donde tiene fotos con el artista, autógrafos, cartas de aliento y otros detalles. Entonces sin más preámbulos recuerda al cantor campesino que vio en distintos escenarios, que lo trató en varias ocasiones y que le regaló una toalla pequeña, color blanco, que todavía no ha lavado y ahora menos lo hará.
“La calidad humana, el carisma y la voz de Diomedes desde muy joven se me metieron en mi corazón. He sido una de esas seguidoras que de mi cuenta le hago en las fechas especiales mi propio agasajo. Ejemplo, cada 26 de mayo despierto a los vecinos poniendo infinidad de veces la canción ‘Tu cumpleaños’ y al mediodía brindo comida. Y cuando salía un trabajo musical ni se diga, la bulla era grande”, dice muy orgullosa.
Ella, siempre soñó que Diomedes Díaz conociera el templo que con mucha dedicación le hizo desde hace varios años y donde los recuerdos tienen caras alegres y música de acordeón. Precisamente, cuando habla de eso se enguayaba porque su artista se fue cuando estaba feliz con las nuevas canciones.
Ahora inconsolable dice que hubiera querido irse primero para el cielo y no quedarse sin ‘El Cacique’, ese que ponía de fiesta su corazón, que le alimentaba el alma y que supo darle sentido a su vida de fiel seguidora. Una seguidora inigualable que todos los días asiste a su propio templo Diomedista.
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