Por: Aliskair De La Hoz
Se que mucho vamos a leer sobre Gabriel García Márquez en
estos días cuando lloramos su partida, incluso aquellos que no han tenido la
oportunidad de apreciar su obra literaria, esta sería la razón más importante
para comenzar a hacerlo, para recordar al Nóbel, al periodista, al ejemplo de
las nuevas generaciones.
En una ocasión tuve la oportunidad de escuchar a Héctro Abad
en un “Hay Festival” que dicho sea de paso, el de Riohacha tiene ese “algo
especial” porque este territorio guajiro es la fiel muestra del realismo mágico
de Gabo. En ese entonces Héctor Abad comentaba que después de García Márquez
todos los escritores colombianos usaban el realismo mágico como estilo
literario para sus obras, pero no les servía, Gabo era único, por eso nadie más
figuró después de él en el país y en el mundo entero.
Todos, incluyéndome, queríamos escribir con ese estilo, el de
la cotidianidad, donde la esencia caribe nos permite a partir de embustes,
contar las historias del diario vivir costeño, esa que aprovechó David Sánchez Juliao, otro
de los hombres que nos representaba de cierta manera, con un gran parecido al
Nóbel.
Pero Gabriel García Márquez fue el mayor beneficiario de
todo eso, esuchó en su niñez las historias que su abuelo le contaba mientras lo
tenía en su regazo, fue a parrandas vallenatas, se aprendió las canciones y las
historias de nuestros juglares y acumulando sus vivencias creó un vallenato de
350 páginas.
Pero Gabo no era solo eso, traer consigo la historia de sus
padres, a quien entrevistó (como peridista) de manera individual y se le
ocurrió la maravillosa idea de contar El amor en Los tiempo del Cólera, o
quien no sabe que en estos pueblos macondianos del Magdalena, Cesar, Guajira y
Atlántico la virginidad era un asunto de honor y los familiares de la angelical
mujer la cobraban hasta con la vida, por esa verdad contó las Crónicas de una muerte anunciada. No es
necesario hacer el repaso por la obra literaria que conocemos de Gabriel, hay
que hablar del hombre, de ese que sufrió las desiguladades sociales de su país,
que aunque muchos critican nunca miraron a fondo las razones por las que escogió
España, México o Cuba para vivir con su familia y esperar sus últimos días.
Si, Gabo fue un revolucionario; murió siéndolo. La
estigmatización social que aún vivimos no le hubiera permitido lanzar una
opinión al respecto, por eso prefirió partir y desde allá vivir a Colombia a su
manera, por eso hoy es el gran Colombiano, el ejemplo, porque prefirió alejarse
de la sociedad rastrera e hipócrita que tenemos.
Nos hemos acostumbrado que las glorias tienen la obligación
de dar, de hacer por los que no hacen nada, porque él no hizo una obra
importante… ¿Qué obra quieren? Si mostró a Colombia ante el mundo tal y como
es, a través de sus letras. Gabo no necesitó de más, sin saberlo nos dio todo.
Pero lo lamentable es que a diferencia de lo que piensan algunos colombianos, para Hispanoamérica no era necesaria otra cosa
sino su vida, estar ahí, saber que existía alguien como él. García Márquez
existirá para el mundo en la eternidad como Cervantes, hoy se nos fue porque su
cuerpo se cansó, porque pidió licencia y porque ya estaba bueno como lo diría
él mismo.
Gabriel García Márquez se ganó el cielo, el alma de los que
apreciamos su obra, el pódium de los grandes hombres que ha parido Colombia, y
vistiéndome de orgullo regionalista, de los que ha parido esta olvidada Costa
Caribe, esa que contó a su manera, a la manera del realismo mágico que no era
más que la realidad costeña adornada con la magia de sus letras.
Salud Hernández-Mora
ردحذفNadie puede negar la influencia que un personaje de su categoría ejerce sobre la Humanidad. No solo por sus libros, también por sus actuaciones
En fin, supongo que cada cual carga con sus demonios internos, ya se trate de un hombre extraordinario, como fue el nobel, o una persona común y corriente, como somos la mayoría. Y a la hora del té, lo que prevalecerá será su obra literaria
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