Desde
el día del robo Amanda está triste y no ha parado de llorar. Todo sucedió en
una esquina del barrio San Martín de Valledupar, cuando un mediodía regresaba de
su trabajo en un salón de belleza y dos hombres que la perseguían la hicieron
caer de su motocicleta y le arrebataron
el bolso.
En
un abrir y cerrar de ojos, los hombres que también iban en una motocicleta, desaparecieron
y ella quedó golpeada y llorando. “Todo fue rápido. Me jalaron, me tumbaron y
se llevaron el bolso donde tenía 22 mil pesos, unos recibos y otras cosas”,
indicó Amanda.
Ante
esto no entabló la denuncia porque no iba a recuperar nada. Una vecina al verla
llorar desconsoladamente por el “pequeño” robo, le insistió y fue cuando
abruptamente manifestó: “Me daba pena poner el denuncio porque se me llevaron
mi consolador verde, que era mi compañero desde hace tres años, mi consentido”.
La
vecina se quedó sería ante la confesión, y le pidió calma porque todo es solucionable
en la vida, menos la muerte.
Amanda,
de 35 años aproximadamente, ante las palabras de su vecina siguió diciendo:
“Hace tres años y medio me separé de mi compañero porque era muy mujeriego. Ya
no creo en los hombres y para calmar mis angustias opté por comprarme un
consolador”.
Los
amigos de lo ajeno quedaron encartados con ese aparato que de seguro lo
arrojaron a un lado de la vía, no sabiendo que su dueña era capaz de dar una
recompensa para rescatarlo debido al gran valor sentimental, porque como ella
misma lo expresó: “Cuando uno está amañado, cambiarlo no es bueno”.
La
vecina le indagó el motivo para llevarlo a todas partes y no tenerlo bien
guardado. Ella, muy seria dijo: “Me acompañaba siempre porque era útil en
cualquier momento”.
Qué pérdida…
Amanda,
en medio de su desconsuelo y viendo la inseguridad galopante en Valledupar sabe
que esa pérdida es irreparable porque no tendrá más a su consentido, color
verde esperanza, y por eso entrega una diciente declaración: “Era mejor que
hubiera perdido mi cédula”…
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