Foto: La FM
Tomado de: http://www.elmeridianodesucre.com.co
Por Beatriz E. Diegó Solano. Cuatro años han pasado de la muerte del estudiante de la Universidad de los Andes Luis Andrés Colmenares. Su familia ha emprendido una dura batalla para demostrar que lo mataron, pero más que eso, para encontrar a los autores de la muerte.
Las sindicadas no han escatimado esfuerzos para salirse de este caso mediático y dramático por la carga emocional y jurídica. Se trata también de jóvenes cuyas familias se han enfrentado judicialmente de forma aguerrida.
Luis Alonso Colmenares Rodríguez, contador con alto perfil académico y padre de Luis Andrés, es quizás uno de los rostros más visibles en este caso. Concedió una entrevista EL MERIDIANO para hablar sobre su experiencia en el mismo y los años sin su hijo. Esta es la segunda parte.
¿Aún es difícil hablar de Luis?
No tienes idea. A mí me queda difícil ponerme a hablar de Luis porque se trata de mi hijo, pero era una persona que tenía muchos valores. No tenía límites en lo que era la solidaridad. Después de que Luis murió es que entiendo por qué la velocidad de él en vivir. Creo cada día de los que vivió no eran de 24 horas, eran de 72. Para él cada día fueron 3. Él tuvo 60 años cuando murió de todas las cosas que se afanó para hacer. Luis fue líder en su colegio, fue el personero.
¿Sabes cómo hicieron para hacer que Luis fuera personero?
En el grado undécimo sus mismos compañeros dijeron: aquí nadie más se va a inscribir, porque el personero tiene que ser Luis Andrés. Una elocuencia, fácil para expresarse, para hablar, para escribir. Cuando terminaron su bachillerato sus mismos compañeros dijeron: aquí nadie más va a hablar, el que nos va a decir las palabras de despedida es Luis Andrés. Y así era todo con él. Todo el mundo lo reconocía. El equipo de fútbol: ¿quién es el capitán? tiene que ser Luis. Y así era todo. Una vocación de liderazgo y sus compañeros lo entendían.
Luis se sabía un millón de problemas porque todos sus compañeros y todo mundo le consultaban como que si él fuera el sabio de los griegos. ¡Increíble!. Una cosa premonitoria. Después uno empieza a entender, porque creo mucho en esas cosas, pero tampoco me pongo a discutirlas, la razón para que hubiera tenido la vida que tuvo porque en efecto tenía una capacidad de congregar, de unir, de reunir y uno lo entiende después.
Cree lo que dicen artículos que mucha gente siente identificada con este caso por el trato de la justicia...
Así es. Es que lo que se notaba y lo que buscaban era atropellarnos, esconder ese caso de la manera que fuera. Ahí era donde se veía efectivamente el poder económico para callar a una persona, a una humanidad sobre la base de una situación tan terrible como era la muerte de un hijo, pero bueno, afortunadamente creo que eso por más que se hubiera intentado, y se sigue intentando, no va a ser posible que pase.
Pienso que al final de los días, independientemente de los tiempos que tengan que transcurrir o los que transcurran, soy un convencido y así le digo a mi familia: aquí va a haber justicia. Que esto se esté demorando, lo que hubiera sido, ya mi hijo cumplió 4 años de haber muerto. Son pocas las decisiones que de manera material se han dado.
Dice que la situación interna de su familia se ha fortalecido...
Sí, y te voy a contar algo. Terminé mi bachillerato y después me fui al seminario mayor donde terminé Filosofía. Estando en ese proceso me di cuenta de que si bien eso me gustaba en términos de fe podía desempeñar un papel de otra manera y no necesariamente como sacerdote.
Los estudios de la formación sacerdotal tienen dos etapas: primero se estudia filosofía cinco años y luego teología. En ese intermedio hay un momento de reflexión, de análisis, porque ya estudiar teología es concentrarse en la expresión material de la vocación y abstenerse de muchas situaciones de la vida del ser humano y ahí resuelvo retirarme y metí a estudiar contaduría.
Mi esposa es de Villanueva, como yo. Toda su vida estudió en colegio de monjas. Mira, los papás de mi esposa son las personas más conservadoras que he podido conocer en toda mi humanidad, de ir a misa todos los domingos, de formar parte de grupos cristianos en Villanueva.
El papá de mi esposa participa en un grupo de los hijos de..., ahí como hay hijos de toda clase en esas vainas de la Iglesia católica, él es de los hijos del Sagrado Corazón. Es líder y todos los jueves en la noche revisan la Palabra, la analizan. Además es una persona que puede hablar siendo ejemplo, porque es un señor que se casó con mi suegra, tuvieron 6 hijos y toda la vida la ha dedicado a su familia y a su casa. Mi esposa es la menor de sus hermanos, la única mujer. La mamá toda la vida ha sido de las Damas Rosadas, ayudando allá en la casa. Todo el que llega con hambre come donde mi esposa y su familia. Todos esos elementos se unen y lo llevan a uno a ser coherente con sus convicciones y eso también incide en uno cuando se encuentra en situaciones de crisis como lo que conlleva el hecho de enfrentarse a la pérdida de un hijo.
Pienso que si no hubiese sido por esos elementos que uno fue construyendo en el transcurso de su vida la verdad no me alcanzo a imaginar la forma cómo hubiera procedido.
¿Una disciplina no religiosa, espiritual?
Si, en efecto. Digamos que fanáticos no somos. No soy fanático, pero tengo que ir a misa todos los domingos. Discúlpame, dime lo que quieras, califícame como tú quieras, eso a mí no me importa, pero son de mis convicciones. Mi esposa es igual, pero a nuestros hijos nunca les hemos impuesto eso, porque creemos que tiene que ser una condición natural de las personas. Uno tiene que sentir eso, vivir esas cosas, solidario para el que necesita si uno puede.
Plata no le doy a nadie, pero si alguien tiene hambre busco la forma de darle comida. Si tiene frío, de arroparlo, porque tampoco uno tiene que ser promotor de la mendicidad. Más bien son construcciones personales.
Ser el líder de la familia y su esposa (Oneida) es también una persona de fortaleza...
Sí, pienso que son sus convicciones de Dios las que la mantienen. Oneida hace 30 años llegó a Bogotá y todos los jueves del mundo está en un grupo carismático de oración. Te puedes imaginar, ni yo que estuve en el seminario, estar en un grupo de oración desde las 8:00 de la mañana hasta la 1:00 de la tarde, No, no soy capaz y ella disfruta con eso, es feliz.
Su ejercicio personal y profesional ¿cómo siente que ha cambiado?
Hay momentos en que me siento de verdad afectado, me reduce la fortaleza, el ánimo, pero te digo algo: después de que Luis se muere, en lo que tiene que ver con el transcurrir de mi vida, este ejercicio, por ejemplo, de estar los fines de semana en las universidades, créeme que si no hubiese sido por eso yo no sé qué hubiera sido de mí. Porque en eso soy hasta egoísta.
Mira que yo estoy aquí sin saber ni siquiera qué puede estar pasando con mi esposa y con mi hijo que se quedaron en Bogotá. Y lo he pensado, más bien, yo sí tengo que buscar la forma de dispersar un poco mi pensamiento, de distraerme, recíbemelo de buena forma, de pensar en otra cosa, de sustraerme de la realidad misma que desde hace 4 años tengo.
Si no hubiera sido por la docencia, te lo voy a decir así de manera expresa, es probable que yo me hubiera suicidado. Porque es que mira, mi hijo cuando muere tiene 20 años. Él había empezado a dejar de ser mi hijo para ser el amigo mío, con el que ya yo puedo empezar a hablar temas, asuntos y situaciones de personas adultas y efectivamente lo hacíamos.
Él era el que me resolvía todo lo que tuviera que ver en tecnología. Yo casi me vuelvo loco hasta el punto en que los médicos me dijeron: mire, borre el nombre del teléfono porque va a terminar enloquecido. Yo le marcaba para que me resolviera un tema y después de marcarle era que caía en cuenta: Luis está muerto, terrible, difícil, igual es mi hijo, es complicado.
Todos los días de mi vida mi hijo me hace falta y uno internamente no lo conversa porque cada uno lo siente y lo sabemos, pero te aseguro que eso mismo sucede con mi esposa y con mi hijo Jorge, porque él concentró mucho la atención de todos nosotros y es muy complicado.
Ahí es que uno toma ese lugar común y es que esto uno no se lo desea ni al peor enemigo y lo ha escuchado uno desde que la humanidad empezó, y es así.
¿Piensa seguir vinculado a las universidades?
Son 52 fines de semana que tiene el año. Ya el 22 de enero tengo clases en Barranquilla en la Universidad de Norte donde participo en una especialización en Gerencia Pública desde el día que empezó hace 18 años. Han cambiado a todo el mundo y el único que se mantiene soy yo. Ya me dijo la Universidad Autónoma de Bucaramanga que es donde también dicto clases.
Ese contacto con tanta gente de tantas regiones... Sí creo que de alguna manera que desde el año 93 esté en los auditorios en la docencia y saber que bueno, ese fue mi profesor, en fin. Esto también de alguna forma incide, tiene que ver con el tema de la solidaridad independientemente de la magnitud del hecho. Te recuerdo el caso de una mujer que el hijo se le suicida. De ahí tomé la frase de que no tiene nombre la muerte del hijo de uno. ¿Qué soy yo? ¿El viudo? ¿El huérfano?. Eso sí contradice la ley de la naturaleza, porque soy yo el que me tengo que morir primero, no mi hijo.
Antes me decían a mí: oye Luis Alonso, tú deberías tener alguna aspiración política, mira tanta gente que has venido formando, compartiendo el conocimiento. Pero yo no me puedo valer de la muerte de mi hijo para tener alguna aspiración en ese sentido.
Te garantizo que mi hijo no me lo va a perdonar el día que me lo encuentre. Me pongo a pensar que él tenga que ser mi juez y me diga: oye, te valiste de mi muerte para buscar un propósito personal. No, no soy capaz de presentármele.
El caso de su hijo dejó de ser el caso de la familia Colmenares, para ser icónico de muchos en este país...
Sí, se vuelve como paradigmático. Te voy a decir que lo he reflexionado. En esto siento que hasta que se contradicen las leyes de la física, para decirte que la muerte de un hijo es un vacío supremamente pesado y eso contradice la física, porque ¿qué pesa un vacío? Pero este vacío pesa, mucho, difícil, terrible sobrellevarlo seguir viviendo, el tener que decirle a la familia: tenemos que seguir caminando, eso no es sencillo.
Algunos le considerando ejemplo, aunque no sea su propósito...
Digamos que muchas personas, los amigos, pero no soy capaz porque siento a mi hijo como juez mío.
Si alguien me pide un concepto, una opinión 50 mil veces, porque para eso no soy mezquino, no me apodero del conocimiento como un dueño absoluto, por el contrario, lo que más me gusta es compartirlo. Si no, vamos a una clase y te das cuentas cuántos problemas me plantean, pero ese es mi deber, o si no entonces ¿a qué vine? ¿A dejarlo con el problema?. Después leo en tu periódico que le cayó un órgano de control ¡uy! empiezo yo: ¡hp, por qué no le resolví ese problema!
¿Cree que los medios estén tomando las decisiones?
No. Eso no ha sido influir. Los jueces tampoco es que se dejen. Lo que sí ve uno es que se notan ciertas situaciones en las cuales hay algunos favorecimientos por la misma forma como se llevan a cabo los procesos y eso de alguna manera ejerce mecanismo de presión sobre la gente. Pero bueno, ahí está el tiempo y tengamos fuerza de seguir adelante.
¿Alguna vez ha sentido cansancio?
Si, lo que pasa es que nada es superior en nuestro caso, nada, pero nada es superior al hecho de tener uno la esperanza de que haya justicia en este caso. Nada es superior a eso y en eso no vamos a claudicar nunca.
Supongamos que este caso se resuelva en lo que sea más justo, ¿ha pensado qué viene después?
Ni me lo vuelvas las preguntar, porque no me lo quiero imaginar todavía. Es que ni siquiera me quiero imaginar. Es que es irónico todo este tema. El hecho de estar pidiendo justicia y reclamando de alguna forma lo mantiene a uno vital estar en eso. Mira lo que acaba de suceder: me acabo de dar cuenta aquí, hace una hora, que conecté para que cogiera carga (el móvil) y entré al Twitter a ver mi cuenta y encuentro que hay una tutela y tú no te imaginas todo lo que inmediatamente a mí me activó. ¿Si me explico?
Y resulta que ya mañana todo quedó resuelto ¿De ahí para allá? No me lo vuelvas a preguntar. Eso es una ironía, que no puede ser posible que mi reclamo de justicia sea lo que me mantenga vital y después de que la justicia llegue, ¿será me tengo que morir? Yo no sé. Por eso es que no sé, ni me lo vuelvas a preguntar, uno no se imagina. ¿Por qué? No sé.
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