Por: Mauricio Ramirez Alvarez
Reza el refrán de un canción popular que “La Guajira, se mete hacia el mar, así como si pelear quisiera, como engreída, como altanera, como para que el mundo supiera que hay una princesa aquí“.
La Guajira, aquella península que encabeza el mapa, aquella tierra que vio llegar por primera vez a los conquistadores españoles en el Cabo de la Vela, que fue la primera gobernación del nuevo continente, aquella región mágica y misteriosa, madre de cinco etnias indígenas llenas de misterio y belleza, sufre hoy día el producto de un Estado que la desconoció por siglos como titular de derechos, pero que la sobre explota por la riqueza minera de sus entrañas cual proxeneta que ofrece sin remordimiento la castidad de una mujer al mejor postor para provecho propio.
La Guajira, aquellas extensión de tierra que irrumpe sobre el mar caribe y que es lo primero que ve cualquiera que mira un mapa de Colombia, es una tierra sujeta al más profundo abandono pero que en forma extraña, todos quieren poseer a cualquier costo, pero que aun así, no le gastan un peso por mejorarla, porque es un premio que se pelean solo por los tesoros que oculta en su subsuelo, y no por las maravillas que pueblan su superficie.
La Guajira, mágica y señorial, es hoy en día una de las regiones más subdesarrolladas de Colombia, sino del continente americano mismo, la que contiene los indicadores de pobreza extrema y de morbimortalidad infantil más altos de Colombia, amén de otras patologías sociales.
Sin embargo, y pese a lo que muchos creen, esto no es fortuito, no es un fenómeno que apareció de la nada, es resultado de siglos de inequidades y de ceguera de un Estado Colombiano altamente centralizado, amén de que estas región es la que está pagando las consecuencias de la irresponsabilidad del mundo entero frente al cambio climático.
Otra cosa que también debe quedar en claro, no solo pasa con La Guajira, pasa con el Choco, con el Cauca, con la amazonia y otras tantas regiones donde viven indígenas, porque ser indígena en Colombia es una condena, lo que diferencia a La Guajira de lo que ocurre con comunidades indígenas de otras regiones, es que su tierra es tan seca y ofrece tan poco que nadie la quiere, de lo contrario, ya le habría aparecido dueño y los habrían desplazado de la misma.
Lo que pasa en la Guajira no es fácil de explicar, porque es multidimensional y multisectorial, son miles de problemas que afectan a un grupo social que no son pocos, son cerca de 600.000 indígenas wayuu que viven en la tierra más difícil que se pueda encontrar en américa del sur, una tierra que es seca y ardiente por naturaleza, donde el agua siempre ha escaseado y que se está viendo golpeada por los efectos del cambio climático que llego para quedarse y para lo cual nunca nos preparamos.
No se puede decir que sea culpa de un solo gobierno, sino de todos, porque lo que hoy estamos cosechando es la sumatoria de inequidades históricas acumuladas desde el mismo momento que comenzó la conquista y que obligo a los wayuu a desplazase de las fértiles tierras que bordeaban la Sierra Nevada de Santa Marta hacia las áridas tierras de la Alta Guajira huyendo del yugo español.
¿Porque la Guajira esta hoy en crisis?, muchas son las explicaciones, primero por no saber cuántos indígenas son y donde están, la cartografía oficial de La Guajira data de los años 70, nunca sea actualizado, el Censo de Población 2005 se hizo con una muestra, la omisión censal fue gigantesca, por eso la percepción del gobierno nacional de que los wayuu y los indígenas serranos son pocos, y por lo tanto las acciones y recursos destinados a atenderlos son pocos también.
En una muestra de micro focalización que adelanto el ICBF entre septiembre de 2014 a marzo de 2015 se obtuvo los siguientes resultados:
Con una cobertura del 14.5% de los territorios de Manaure, Maicao y Uribia, se identificó 34.703 personas de la etnia indígena wayuu, de esos el 3.6% son menores de 1 año, el 16.5% está entre 1 y 4 años, de tal forma que el 20.1% son menores de 5 años. Igualmente se identificó que el 50% es menor de 17 años, es decir, es una población extremadamente joven con una tasa de crecimiento extremadamente alto.
Recordemos que según las proyecciones de población del DANE para el nivel nacional, año 2015, los niños menores de 1 años representan el 1.8% de la población, el 7.2% estaría entre 1 y 4 años y el 9% serían menores de 5 años.
En este sentido, la población infantil y menores de 17 años en la etnia wayuu duplican proporcionalmente las cifras nacionales.
El 59.7% son mujeres de donde el 8% son mayores de 60 años, el 54% está entre los 0 y 17 años y el 54% se considera en edad fértil (12 a 59 años).
De la población identificada, solo el 6.3% son adultos mayores y de los 8.076 hogares identificados, el 48.6% lo encabeza una mujer.
Al evaluar los rangos de edad de las mujeres cabeza de familia se identificó que en 2 hogares la mujer están entre los 12-14 años (0.05%), 48 entre los 15-17 años (1.22%), 485 hogares entre los 18-25 años (12,37%), 2.392 hogares entre los 26-59 años (60,99%) y 995 hogares lo encabezan mujeres de más de 60 años (25,37%) y de estos últimos 54 hogares está dirigido por mujeres entre los 90 y los 119 años de edad.
De los 8,076 hogares identificados el 42% está conformado por la pareja donde el hombre es el jefe de hogar, en el 9% el jefe de hogares es un hombre sin compañera y el 49% de los hogares el jefe de hogar es una mujer sin compañero.
De las mujeres identificadas el 2% son lactantes y el 0.9% son gestantes.
Del 100% de la población identificada el 21.5% no tenía ningún tipo de aseguramiento en salud.
El 29% obtienen el aguade jagüeyes, los cuales producto de casi 4 años de sequía y escasas lluvias están totalmente secos, el 28% obtienen agua de pozos profundos, muchos en mal estado que genera aguas salobres y el 17% de otras fuentes como aljibes y lagunas.
Las cifras sobre desnutrición resultaron aterradoras y concuerdan con lo pronosticado por la encuesta ENSIN 2010 que revelo que el 59% de la población indígena del Departamento estaba en situación de inseguridad alimentaria.
La micro focalización revelo que el 3.2% delos niños menores de 5 años presenta desnutrición aguda, que el 10.2% presenta bajo peso y talla y que el 55% de los niños presentan desnutrición crónica, además que el 11.8% de los niños habían tenido diarrea en los últimos 15 días.
De los niños de 5 a 17 años, el 2.9% presentaban extrema delgadez, el 14.7% estaban aportas de ser clasificados como tales, el 55% presento retraso en la talla, productos de un crecimiento sin alimentos adecuados, y que el 24.7% esta aportas de entrar en la misma situación.
Pero porque se presenta esta situación?, hay muchas razones, una es la alta dispersión poblacional que dificulta profundamente no solo identificar a la población sino atenderla, Manaure, Uribia, Maicao Albania y Riohacha donde reside la mayoría de la población wayuu pueden ser un semi desierto en términos ambientales, pero no lo es términos humanos, está altamente poblada, pero cada casa se encuentra distanciada de otra por cientos de metros, incluso kilómetros, y esto obedece a varias razones, algunas culturales, otras por conflictos inter claniles, pero la de más peso es por la poca oferta de recursos que da el medio ambiente, dedicados hoy día la mayoría de los wayuu a la capricultura, requieren grandes extensiones de terreno para que sus animales puedan pastorear, si convivieran juntos, la lucha por el alimento y el agua seria titánica.
Una particularidad de la población wayuu, en su inmensa mayoría, no todos, es que se ubican incluso por debajo de la línea de pobreza extrema, viven de lo que les oferta el medio ambiente que es muy poco y que con la profunda sequia se ha vuelto hoy día mas difícil sobrevivir.
Hay comunidades que relativamente están muy bien, en la región hay más de 1.500 pozos profundos, miles pozos artesianos, más de 3.000 reservorios, represas y jagüeyes, pero por la sequía muchos están secos, y cubrir con ayudas humanitarias una población cercana a los 600.000 habitantes, todos dispersos es muy difícil y financieramente inviable.
Estos municipios tienen algo en particular, la mayor parte de su territorio es resguardo indígena, como tal la propiedad es colectiva e intransferible, por lo tanto ningún empresario privado optaría por realizar inversiones dentro de estos territorios, y por lo tanto la posibilidad de que el sector privado dinamice la economía o genere empleo es nula.
Vivimos hoy día en una economía de mercado, la leche, los huevos, y en general toda la canasta familiar tiene precio, es decir, solo se puede adquirir mediante actividades de comercio, si la mayoría de los wayuu no tienen empleo ni ingresos, la posibilidad de adquirir la canasta básica para sobrevivir es nula y he ahí el principal punto de la tragedia que azota a La Guajira.
Los escasos recursos que obtienen los wayuu por la venta de sus artesanías, o la venta de sus chivos solo les alcanza para comprar alimentos provenientes de Venezuela que cuestan una décima parte de lo que cuesta el mismo producto colombiano, pero la situación de Venezuela, los controles de la guardia venezolana y el constante cierre de la frontera hacen que esta única opción sea cada día más difícil por lo tanto el desabastecimiento de alimentos de la media y alta guajira en hoy en día una clara amenaza sobre la cual no se ha puesto atención.
Manaure, Uribia, Maicao y Riohacha en su zona rural no cuentan con energía eléctrica, no cuentan con carreteras construidas por el Estado, ni siguiera a nivel de terraplén, solo existen miles y miles de kilómetros de trochas abiertas por los mismos indígenas, que en invierno se convierten en arroyos aislando a toda esta población del mundo y sumergiéndolas en el total abandono.
A nivel educativo, la tasa de deserción del sistema escolar en Manaure y Uribia, por ejemplo, es del 93%, la tasa nacional está en el 40%.
A nivel de salud, los servicios no llegan a las comunidades, muchas EPS ni siquiera saben dónde están localizados sus usuarios, por lo tanto la promoción y prevención en salud es inexistente, y la atención es casi nula por las miles de trabas y barreras que le ponen a los indígenas que con suerte logran llegar a un hospital o clínica privada en los cascos urbanos.
Tener cáncer o alguna enfermedad de alta complejidad en la Guajira es una condena a muerte, hay pocos servicios de tercer o cuarto nivel, estos casi no existen, o son de baja capacidad resolutiva, todos los pacientes, ya sean indígenas o arijunas, urbanos o rurales, no importa su capacidad de pago, subsidiados o contributivos deben ser atendidos en Valledupar, Barranquilla, incluso en Bucaramanga o Medellín, porque no hay servicios en la región, y muchas veces la posibilidad de conseguir una cita o una cama no se logra generándose la defunción por falta de oportunidad en la atención. Este es otro tema que no ha sido revisado por el Ministerio de Salud, siendo esta su responsabilidad y de la que nadie habla.
Como podrán observar, hay temas muy complejos, aquí solo toque algunos, una solución puntual no cambia la problemática, porque si bien se pude construir muchos pozos profundos, (y se debe hacer) esto no erradican la pobreza extrema, y si se proponen proyectos productivos, por ejemplo, darles ayuda para sembrar maíz o frijol, el indígena no solo come maíz o frijol, requiere muchos otros productos para sobrevivir, de ese nivel es el problema sobre el cual no se habla, pero si se lanzan muchos comentarios al aire sin saber del problema y sus profundas ramificaciones.
P.D. El Presidente de la República prometió 100 pozos profundos hace un año, lleva 37 construidos, la Media y Alta Guajira requeriría 910 pozos aproximadamente de este tipo equidistantes 4 kilómetros uno del otro, de tal forma que una familia que viva entre dos pozos deba caminar solo 2 kilómetros para conseguir el agua, aclarando que esto soluciona el acceso al agua para consumo humano pero no las necesidades de agua para lograr la seguridad alimentaria de la región.
@mauricioadmpub
إرسال تعليق
Gracias por su comentario