Pacto por La Guajira


El departamento peninsular cumple 50 años de fundación y tiene por delante retos que, de ser superados, podrían sacar a sus miles de habitantes del espiral de pobreza y falta de oportunidades que históricamente han sufrido.
En medio de contrastes, el departamento de La Guajira celebra hoy 50 años de constitución.
Para festejarlos, la Gobernación convocó desde el pasado lunes una serie de actos, que han resaltado las potencialidades de la región y, al mismo tiempo, sus desafíos.
Por cuenta de ellos, sabemos que el 55,8% de la población vive bajo la línea de pobreza –casi el doble de la del resto del país– y que el 46% de los habitantes económicamente activos tiene apenas estudios primarios, superando con creces al nivel nacional.
La radiografía también  lo muestra como uno de los territorios con mayor población rural de Colombia. Al mismo tiempo, como el último departamento, de 22 analizados, en términos de lo que el Estado considera como competitividad.
Pero, al mismo tiempo, La Guajira reposa sobre la riqueza.
Las reservas de carbón, por ejemplo, alcanzan para casi 50 años, según los pronósticos más pesimistas, mientras los yacimientos de gas y la producción de sal podrían sostener varias décadas de consumo nacional.
De este territorio singular mana un espléndido patrimonio cultural, en el que han tomado asiento la música vallenata y las artesanías de sus etnias.
En tanto posee una belleza natural que no tiene igual, producto de la fusión de los paisajes que forman sus fronteras marinas con el marco montañoso de la Sierra Nevada de Santa Marta, en la península hay también indudables potencialidades, en dirección, ahora, a la industria turística.
Instituciones como Fundesarrollo han explicado que, en buena parte, las inconsistencias entre riqueza y desarrollo obedecen a la dispersión de la población, que se opone a la efectividad de una acción estatal, y al rezago que históricamente tuvo el departamento. Habría que sumarle que casi la mitad de la población tiene menos de 19 años, lo que supone que es una masa en formación, y una alta dependencia de un solo sector económico, como es la minería.
En gracia de discusión habría que agregarle a la reflexión un tema de transparencia, para averiguar por la utilización de las millonarias regalías que han girado las empresas. Y preguntar, por supuesto, por el rol que frente a todo ello han jugado las sucesivas instancias gubernamentales, tanto locales como nacional.
Pero que la celebración sea una pausa de las legítimas discusiones, para que los actores involucrados en el desarrollo, o la falta de él, se junten en un gran pacto por el futuro del departamento.
Si en la actualidad existen recursos y hay otros por venir, gobiernos, empresas y gestores políticos deberían unirse para diseñar un plan de mediano y largo plazo, que permita identificar caminos de prosperidad para La Guajira.
Que las distancias inexplicables entre la riqueza (las actuales y las potenciales) y los actuales indicadores sociales sean la inspiración de la que beban todos, para  entregar un nuevo departamento a las nuevas generaciones.
Tomado de: http://www.elheraldo.co/

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