Por: Hernan Baquero Bracho
Martin Elías,
desde el vientre de su madre iba a ser grande para el folclor vallenato. Desde
que vino al mundo, su padre el inmortal Diomedes Díaz Maestre lo catapultó de
esta manera “y el gran Martin Elías” cuando hacía referencia a sus hijos producto
de la unión con su esposa Patricia Acosta Solano. Como esta expresado en
la Biblia, la palabra tiene poder y ese poder de lo grande que iba a ser en el
mañana lo profetizó su padre el mejor cantante de todos los tiempos Diomedes
Díaz.
El viernes
Santo, en las horas de la mañana recibimos la noticia de su accidente y de
inmediato percibí que nada andaba bien, asi se lo hice saber a mi hermano el
alcalde Luis Alberto Baquero Daza, a mi sobrino Diego Baquero y a mi editora
Loree Daza Meza, de que se nos iba Martín Elías. Desde el fondo así lo sentía y
a medida que pasaban las horas nos informaban del estado de gravedad del joven
artista vallenato. A las 12:45 sonó el llanto fúnebre en las emisoras de
Valledupar. No lo podíamos creer, de que uno de los grandes exponentes del
folclor se hubiera ido a tan temprana edad: 26 años, el dolor se manifestaba
por doquier. En las emisoras se sentía ese llanto lastimero. Ismael Fernández
Gámez, director general de Cardenal estéreo, compungido y con lágrimas daba
testimonio de la grandeza como ser humano del gran Martín Elías. Las redes
sociales colapsaron de tanta tristeza y dolor por la partida del ídolo de las
multitudes de jóvenes y adultos. Inclusive el presidente de La Republica Juan
Manuel Santos le expresaba a la familia su solidaridad ante la pérdida del
mejor prospecto del vallenato en los últimos cinco años. Solo una voz disonante
de una persona llena de odio de apellido García, hija de un guerrillero
les echaba vaina a todos los que lloraban la muerte del gran artista.
Cuantos
recuerdos de este joven artista. En las bodas de plata del festival Cuna de
Acordeones cuando fungí como presidente los trajimos a Villanueva, bajo la
etiqueta de los hijos de Diomedes Díaz, eso fue en el 2003, apenas contaba con
12 años de edad y cuando cantó enloqueció a la multitud que colmaba la plaza
Simón Bolívar con su deje musical, y fue cuando les exprese al “Pollo Isra”
quien era el presidente honorario y a Luis Eduardo García quien fungía como
tesorero, que este muchacho iba a ser grande en la música vallenata. Allí
en tarima también lo felicitaron los artistas Silvestre Dangond y Fabián
Corrales que hacían parte de la parrilla musical en el primer día del festival.
Luego en las
elecciones del año 2015 el entonces aspirante a la alcaldía municipal Luis
Alberto Baquero Daza y la aspirante a la asamblea departamental Orieta Peñaloza
Ovalle lo trajeron al cierre de su campaña y fue la locura musical. Cuando
canto a dúo con el corista de siempre de su padre el More Ovalle, a más de uno
se le erizaron los pelos. Allí le lanzó versos que quedaran para la
historia donde le profetizaba que iba a ser el alcalde de Villanueva y que
cuando fuera alcalde le prometiera que lo trajera a este pueblo hermoso y así
le cumplió Beto Baquero Daza el año pasado en la 39 versión del festival Cuna
de Acordeones y lo trajo a su pueblo y fue otra vez la locura musical en la
plaza Simón Bolívar y cuando llamo Martín Elías llamo a su colega Jean Carlos
Centeno el pueblo vibró de emoción ante este dúo incomparable de nuestra música
vernácula. La alegría de Jaime Luis Lacouture Peñaloza y de su familia se
sentía como una ola contagiosa, al cumplirse su deseo, de que sus dos amigos
hicieran una presentación a dúo que enloqueció al pueblo villanuevero.
Solo quedan
los recuerdos de lo grande que fue Martín Elías para el folclor vallenato. Era
el vivo retrato de su padre en todo: en lo humano, en lo amigo en lo
desprendido de las cosas materiales. Sin querer queriendo y siendo el menor se
convirtió en el líder familiar. Ay Patricia me imagino tu tristeza. Ay
Dayana y tus pequeños hijos, ay Álvaro Álvarez que dolor sentimos todos y
como una premonición este último verso en su última presentación: “a mí me
duele papá porque se fue de mi lado, no me voy a preocupar porque allá nos
encontramos”. Sin palabras.
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