Por: Arabella
Martínez Flórez
Al abrir como
cofre cada piedra que hay en tu suelo, nobles sentimientos hierven desde
adentro.
¡Emblemática
eres Villanueva! Tus piedras vivientes han marcado un hito, las del Cafetal
fragancias tienen de bondad, las del 11 de
junio tiñen a quien las frote, de felicidad.
En
una de tus tardes azules visité las del San Luis y Hormigueral y el cerro
Pintao es testigo… ¡embriagan de amor entrañable hacia ti!.
No hay una que
no derroche: alegría, paz, musicalidad, bendito siempre ha sido tu pedregal.
Hoy, terruño
dueño de mil tributos, reunidos están
tus hijos en torno a Cuna de Acordeones.
Quienes lejos
viven hacen eco de tus leyendas con olor a fortín, a arepas de maíz, a café
molido y a baños de río, leyendas
narradas en la oscuridad, donde grabados
están los nombres de tus ancestros concediéndoles el honor de rozar tus labios
desde el más allá donde son despertados por tu himno y tu bandera.
Hoy, terruño
dueño de mil tributos, son tus poetas
quienes a tu nombre han inmortalizado, rinden culto a tus trinitarias, a tus
calagualas, a ese alcaraván en su nido.
Vallenatos
hechos bajo tus ceibas tienen en su pentagrama trazos de serranía, del frescor
de tus mañanas, de atardeceres tibios con olor a guayaba.
Despiertas el
orgullo en tus lindas mujeres y haber sido parido por una de ellas.
Villanueva
cuando el pasar de los años me llame a partir, de tu núcleo
sensitivo desearé resurgir, y así; sosegado y con ligero equipaje marcharé con la
ilusión de volverte a ver.
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