Por: Aliskair De La Hoz
Las calles y canchas polvorientas de Barrancas quedaron atrás, haciendo parte de ese hermoso recuerdo de las dificultades, de las búsquedas incesantes de oportunidades, las de salir por las tardes después del colegio a patear el balón de sus amigos del barrio, la mirada fija de Luis Díaz está ante decenas de miles de asistentes a uno de los eventos mundiales más importantes, tan importantes como el Mundial de Fútbol o el Super Bowl, es la final de la Champions League de la UEFA y el muchacho de Barrancas es el centro de todas las miradas y cientos de comentarios.
Su silencio temeroso, poco expresivo y con las dificultades que tiene de estar en un lugar donde no conoce el idioma y que en ocasiones debe utilizar el lenguaje de señas como se le vio recientemente con su compañero Curtis Jones, todo eso que para otros es considerada una limitación quedan atrás cuando suena el pitazo inicial y Luisito se apodera de la zona izquierda de la cancha, con su velocidad, su driblaje, su inteligencia, su magia, el muchacho de Barrancas se convierte en estrella, en crack en símbolo de admiración.
Hoy se cumple el sueño de todo el que patee un balón, estar ahí, ese día, ante la mirada del mundo que domina el dios del fútbol, el sueño de Luis, el muchacho que desde que llegó al Barranquilla fútbol club soñaba con llegar al equipo de sus amores, el Junior de Barranquilla, sin embargo se dio cuenta que el cielo era el límite y que llegar al Junior no iba a ser suficiente. Hoy es de los que hace parte de uno de los dos mejores equipos del mundo en este 2022, no sólo expectante, si no, protagonista, Luis Fernando sueña con la Champions y de lograrlo, el mundo se rendirá a sus pies como un homenaje al pelao humilde de la provincia de un departamento desértico, olvidado, en el que sus habitantes, buscarán un televisor para ver a su orgullo y soñar con ver su foto, levantando la Orejona diseñada por un suizo, un tal Jürg Stadelmann para que en nuestros anhelos, la levante el guajiro.
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