Es costumbre nuestra, en estas poblaciones costeñas, hacer balances y juicios a las administraciones municipales y departamentales, a través de la óptica personal de cada quien, del cómo me fue a mí o del qué me dieron a mí.
Por: José Joaquín Vence Pájaro
X: @kinvence
El mandatario puede ser lo más nefasto, lo más perjudicial para el municipio o el departamento, pero si a fulano le da un empleo, una orden de prestación de servicio o cualquier otra cosa, ese fulano defenderá lo indefendible, peleará por el alcalde o gobernador que lo tuvo en cuenta y hasta dirá que es lo mejor que le ha podido pasar a la comunidad; a fulano, lo que menos le importará es si las cifras y mediciones a la gestión del gobernante son las peores o si deja a la entidad a su cargo en el rezago total o si fue groseramente corrupto o no lo fue.
Muchos dicen: "fue bueno, porque a mí me ayudó". Otros, los siguen defendiendo porque se consideran amigos y en medio de esa supuesta amistad, algunos no se atreven a cuestionar ninguna de las acciones o inacción del mandatario, porque, lo último que quieren es contrariar al amigo que hoy ostenta poder y es por todos sabidos, que por estos lares, el que se atreva a señalar errores, a cuestionar medidas, a mostrar lo mal hecho, inmediatamente será catalogado como un enemigo que no gusta de él y que lo hace es por envidia o por resentido o porque simplemente no ha superado la derrota de su candidato. Situaciones como las aquí planteadas que, explicarían perfectamente, el porqué, a pesar de todas las evidencias, las cifras, las advertencias y los informes de entidades del orden departamental y nacional, todavía hay quienes defienden a la administración del actual alcalde de Villanueva y hasta se vuelven enemigos de quienes les muestran todo lo malo y lo que hemos retrocedido como municipio. Las pruebas son incontrovertibles, tangibles, pero bien decían los viejos: "no hay peor ciego que el que no quiere ver".
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